Las luces del Santiago Bernabéu brillaban intensas en una noche en la que el Real Madrid tenía una misión clara: no perder el paso en la carrera por LaLiga. El Girona llegó dispuesto a desafiar la jerarquía merengue, pero terminó sucumbiendo ante la maestría de Luka Modric y el oportunismo de Vinicius Jr.
Desde el inicio, el duelo fue una batalla de alta intensidad. El equipo de Míchel mostró valentía, buscando incomodar a un Madrid que alternaba entre el control del juego y la explosividad de sus estrellas en ataque. La primera gran advertencia llegó pronto, cuando Courtois tuvo que intervenir para evitar un gol tempranero de Arnau Martínez. Pero la respuesta blanca fue inmediata: Mbappé, Vinicius y Rodrygo empezaron a percutir con peligro.
El Bernabéu se estremeció en el minuto 41 con una obra de arte de Luka Modric. El croata, con la tranquilidad de un veterano y la calidad de un genio, controló con el pecho y soltó un derechazo desde 25 metros que perforó la red ante la mirada impotente de Gazzaniga. Un golpe de autoridad en el momento justo.
Con el 1-0 en el marcador, el Madrid optó por enfriar el partido, manejando los tiempos y apostando por la paciencia. El Girona, sin rendirse, buscó una fisura en la muralla blanca, pero la defensa madridista y un seguro Courtois impidieron cualquier sobresalto.
El momento definitivo llegó en el minuto 83. Vinicius, con la velocidad y el descaro que lo caracterizan, inició una jugada letal. Con un pase certero, Mbappé lo habilitó dentro del área, y el brasileño, con frialdad quirúrgica, definió para sentenciar el partido. El Bernabéu explotó en euforia; la victoria estaba asegurada.
Con este triunfo, el Real Madrid mantiene el pulso con el Barcelona en la cima de la tabla, ambos con 54 puntos. La batalla por LaLiga sigue al rojo vivo, y el equipo de Ancelotti demostró que, cuando la presión aprieta, la experiencia y el talento marcan la diferencia.