El Villarreal confirmó este sábado que su crecimiento no es casualidad. En una noche completa, los de Marcelino se impusieron con autoridad al Rayo Vallecano (4-0) en La Cerámica, firmando una actuación coral que los asienta en la tercera plaza y los coloca —al menos por una noche— como el principal perseguidor del Real Madrid.
El partido comenzó con un ritmo frenético. El Rayo no renunció a su estilo, presionó alto y tuvo presencia ofensiva, pero sin acierto. Y fue ahí donde apareció Gerard Moreno: en el minuto 22, controló con la zurda, giró y definió con la derecha para el 1-0, un tanto revisado por el VAR pero que cambió por completo el guion.
Con la ventaja, el Villarreal manejó los tiempos y esperó su momento para golpear de nuevo. Lo hizo en la segunda mitad, y de qué manera. En apenas dos minutos, Alberto Moleiro marcó un golazo desde la frontal (56’) y asistió a Santi Comesaña (58’) para el 3-0. Un doble impacto que desactivó definitivamente al Rayo.
Ayoze Pérez cerró la fiesta amarilla en el 65’, con su primer gol de la temporada en su primera intervención del partido. El canario aprovechó un error defensivo para redondear un marcador que pudo ser incluso más amplio.
Entre los nombres propios, destacó Alberto Moleiro, autor de un gol y una asistencia en solo dos minutos. Gerard Moreno, por su parte, celebró sus 300 partidos oficiales con el Villarreal con un tanto que además rompió una racha personal de dos años sin marcar en dos encuentros seguidos.
El Rayo, en cambio, vio cortada su buena dinámica. Los de Íñigo Pérez compitieron durante media hora, pero pagaron su falta de acierto y un partido irregular de hombres clave como Isi o De Frutos. Pépé tuvo en sus botas el gol del honor, pero falló una ocasión inexplicable frente a la portería vacía.
El 4-0 deja al Villarreal en un momento dulce, con la confianza de un equipo que ha recuperado la pegada y el control. Y que vuelve, con pleno derecho, a mirar hacia arriba.