El Clásico volvió a escribir su historia entre ruido, talento y orgullo. El Bernabéu fue el escenario donde el Real Madrid reafirmó su dominio y donde Jude Bellingham, una vez más, firmó los capítulos decisivos. Una asistencia brillante para Mbappé y un gol de instinto bastaron para resolver un duelo tenso, áspero y marcado por la polémica.
El inglés, que ya suma tres Clásicos consecutivos siendo diferencial, volvió a encarnar la figura que separa la victoria de la frustración. Su conexión con Mbappé —que sigue marcando la diferencia en los grandes días— dio forma al 1-0. Y cuando el encuentro se enredó entre nervios, VAR y empujones, apareció otra vez para firmar el 2-1.
Jude Bellingham 🥶
— MadridistaTV (@madridistatvYT) October 27, 2025
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El Barcelona, más reactivo que dominador, apenas pudo sostenerse con el empuje de Fermín, autor del empate temporal. Pero su físico no dio para más. Sin Lamine Yamal —limitado por molestias y polémico por sus declaraciones previas—, el conjunto de Flick perdió el desequilibrio que tanto necesita. Y cuando Pedri vio la roja en el tramo final, se confirmó la descomposición emocional del equipo.
El partido fue, además, un retrato de jerarquías. Xabi Alonso se permitió rotar a Vinicius, Mbappé y Bellingham en los minutos finales; Flick, en cambio, acabó con Araujo como delantero y De Jong reconvertido en central. Un contraste que refleja más que un simple resultado: una brecha entre dos proyectos en fases opuestas de madurez.
El Clásico se fue entre empujones, silbidos y la sensación de que el Madrid manda otra vez. Entre los egos, la tensión y la polémica, el que volvió a hablar fue Bellingham. En el campo, donde siempre cuenta más que cualquier declaración.