No importa cuántas veces lo intentes explicar: hay noches que simplemente escapan a la lógica. En Cornellà, el Espanyol tocó casi la perfección… pero el Betis tocó el cielo.
Tras vencer en Europa, el equipo de Pellegrini llegó a Barcelona con la directa puesta rumbo a Champions. Pero durante 60 minutos, pareció perder el mapa. El Espanyol golpeó primero con un gol quirúrgico de Roberto y rozó el segundo en varias ocasiones. Joan García, otra vez colosal, sostenía a los ‘pericos’, mientras Lo Celso y Antony se estrellaban contra un muro.
Parecía una noche escrita para el local, con el ingeniero rotando piezas clave como Isco y William Carvalho volviendo a escena. El Espanyol jugaba con la permanencia entre ceja y ceja. Puado, Jofre, Král… todos rondaron el 2-0. Hasta que llegó el primer giro de guion.
Gio Lo Celso, con el alma de un ’10’ y la pierna de un bailarín, condujo 40 metros sorteando rivales antes de disparar al palo corto. Golazo. 1-1. El silencio en Cornellà era sepulcral.
Pero el Betis no había dicho su última palabra. En el minuto 90, Antony agarró un balón suelto y dibujó con su zurda un poema en forma de gol. Escuadra. 1-2- La grada solo pudo mirar.
Lo del Espanyol fue digno, incluso heroico. Pero no hay defensa que aguante contra el talento desbordado. Lo que el Betis tiene entre líneas es dinamita. Con dos joyas que valen oro, el equipo sevillano pisa firme hacia su obsesión: volver a la Champions League.
Y cuando juegas así… ¿quién puede detenerte?
