Un penal en el 97’, una tormenta que paró todo durante dos horas y un Chelsea que volvió del abismo. El Mundial de Clubes vivió uno de sus capítulos más cinematográficos en Charlotte, donde los ‘blues’ vencieron 1-4 al Benfica en un duelo que tuvo de todo: drama, suspense, errores y una despedida cruel.
El equipo de Enzo Maresca fue superior, pero el destino les preparó una prueba inesperada. Un error del portero Trubin y un gol de Reece James parecían suficiente, hasta que una tormenta eléctrica paralizó el encuentro en el minuto 86. Dos horas de incertidumbre y, al volver, un penal inesperado por mano de Malo Gusto. Ángel Di María, en su último partido en Europa, transformó con sangre fría y llevó el partido a la prórroga.
Parecía un guion de redención para el Benfica. Pero duró segundos.
Una entrada infantil de Prestianni lo cambió todo: segunda amarilla y expulsión en la primera jugada del tiempo extra. Chelsea, herido pero letal, aprovechó su superioridad numérica para sellar su pase a cuartos con goles de Nkunku, Pedro Neto y Dewsbury-Hall.
Benfica resistió mientras pudo, con Di María como líder emocional. Pero el físico no alcanza cuando juegas con diez ante un gigante. Así, Chelsea se medirá al Palmeiras en la siguiente ronda del torneo internacional. Y Di María, con lágrimas, se despidió del fútbol europeo como solo las leyendas lo hacen: con drama.
