Resiliencia de campeón: el Barça desafía la adversidad en Lisboa

Resiliencia de campeón: el Barça desafía la adversidad en Lisboa

El Barcelona desafía el caos en Lisboa y encuentra la luz en la oscuridad

No hay respiro cuando el Barcelona pisa Lisboa. Las noches europeas en la capital portuguesa se han convertido en un carrusel de emociones, una montaña rusa donde el vértigo es inevitable. En un escenario que ya le había dejado cicatrices en la fase de grupos, el equipo de Hansi Flick aprendió la lección y, con un ejercicio de resiliencia suprema, venció por 0-1 al Benfica en la ida de los octavos de final de la Champions League.

Fue una batalla de desgaste, una prueba de carácter en la que cada latido se sentía como un golpe. Desde el minuto 22, los azulgranas jugaron con un hombre menos tras la expulsión de Pau Cubarsí. A partir de ahí, la historia fue otra. La del sufrimiento, la del sacrificio y la de un Wojciech Szczesny imperial, que emergió como un muro infranqueable para sostener a su equipo en pie.

El polaco, que había sido cuestionado desde su llegada, vivió su noche de redención. Sus reflejos evitaron el 1-0 de Kerem Aktürkoglu en el amanecer del partido y, cuando más lo necesitaban, repelió cada intento del Benfica. Una exhibición en el momento clave. Pero toda historia de héroes necesita un desenlace, y ahí apareció Raphinha.

Como si la memoria de aquel 4-5 en fase de grupos le diera alas, el brasileño cazó un error de António Silva, robó el balón y sacó un disparo quirúrgico al palo más lejano. Un gol que vale oro, que permite al Barça llevarse la ventaja mínima a Montjuïc.

El drama no terminó ahí. Andrea Belotti cayó en el área y Zwayer señaló penalti, pero la tecnología dictó sentencia: fuera de juego previo por centímetros. O mejor dicho, por la axila del delantero italiano. El respiro final llegó con el silbatazo, con los jugadores azulgranas desplomándose en el césped, conscientes del esfuerzo titánico.

Lisboa volvió a ser un campo de batalla, pero esta vez el Barça no se hundió en la tormenta. Ahora, con el billete a cuartos en juego, Montjuïc espera la última palabra.