Una batalla brasileña abre la historia del nuevo Mundial
Philadelphia fue el escenario. El fútbol, el arma. Palmeiras y Botafogo, dos expediciones brasileñas, encendieron la chispa de una batalla encarnizada en los octavos de final del nuevo Mundial de Clubes. El premio: convertirse en el primer equipo en pisar los cuartos de final de esta renovada competición. El que sobreviviera, escribiría historia. Y fue Paulinho quien firmó la página más brillante con un gol que vale más que un boleto: vale legado.
Desde los primeros minutos, el partido olía a pólvora. Alexander Barboza, sin disimulo, lanzó un mensaje con los tacos por delante a Richard Ríos. Era una advertencia. El francés François Letexier, árbitro del duelo, entendió el idioma y repartió doce tarjetas amarillas a lo largo de los más de 120 minutos de combate. Supo leer cada jugada, controló los ánimos y hasta evitó que el VAR lo corrigiera en una mano que nunca fue.
Palmeiras mostró su cara más coral e individual. Estevão desequilibraba por un lado, Allan Andrade por el otro. Vitor Roque, en cambio, firmó una noche discreta, desaprovechando ocasiones claras. Pero fue Botafogo quien se sostuvo gracias a un hombre: John Victor. El arquero detuvo todo lo que pudo, incluyendo una estirada de reflejo felino a bocajarro, digna de museo.
El tiempo extra parecía castigo. Pero entonces, apareció Paulinho. Minuto 114. Recorte hacia dentro, remate al segundo palo y desvío justo en Barboza para sellar el único gol del partido. Justo antes de abandonar por molestias físicas, dejó su firma en la historia.
El ‘Verdão’ ya espera rival en cuartos: será Benfica o Chelsea. Palmeiras no solo ganó un partido. Ganó el honor de ser el primer cuartofinalista del nuevo Mundial. Y lo hizo con sudor, garra y un gol de película.
