El Mundial Sub-20 de Chile 2025 tiene su cuadro final definido. A las potencias sudamericanas Argentina y Colombia se sumaron Francia y Marruecos, dos selecciones que representan polos opuestos de la formación moderna: la potencia estructurada y el proyecto emocional.
En Rancagua, Marruecos prolongó su cuento de hadas con una victoria 3-1 sobre Estados Unidos, un partido que empezó cuesta arriba y terminó como símbolo de madurez colectiva. Estados Unidos dominó los primeros minutos, pero Fouad Zahouani rompió el equilibrio con una acción digna de una jugada de futsal: desborde, rebote, y toque final tras un flick ingenioso de Maamma.
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Los norteamericanos igualaron con un penal de Cole Campbell, pero la calma marroquí no se rompió. Zahouani volvió a ser decisivo con un saque de banda que provocó el autogol de Joshua Wynder, y Gessime Yassine cerró la historia con un tanto nacido de la presión alta.
“Jugamos con amor y con mentalidad”, dijo Othmane Maamma. Y en ese resumen está gran parte del secreto marroquí: intensidad emocional convertida en estructura funcional.
Horas después, en Valparaíso, Francia aseguró su regreso a una semifinal Sub-20 tras doce años, gracias a la irrupción de su joya, Saimon Bouabre.
El delantero del Al-Nassr saudí marcó un doblete ante Noruega (2-1) que mostró todo su repertorio: control, pausa y pegada. Primero, al cazar un envío largo de Noham Kamara; luego, al definir con frialdad tras un cabezazo asistido de Le Borgne.
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Noruega descontó con un cabezazo tardío de Rasmus Holten, pero el arquero Lisandru Olmeta sostuvo la ventaja con reflejos decisivos. Francia no ha brillado, pero compite, y eso en torneos juveniles vale tanto como el talento.
Con Argentina, Colombia, Marruecos y Francia en semifinales, Chile 2025 se transforma en un laboratorio de estilos: el juego relacional sudamericano, la verticalidad africana y la precisión europea. Tres continentes, una generación que está reescribiendo el mapa del fútbol joven.