Ni pacto, ni especulación: fue una guerra de estilos. En la antesala del pase a octavos del Mundial de Clubes, todos esperaban un empate apático entre Palmeiras e Inter Miami. Pero lo que ofrecieron ambos fue un duelo de película: dramático, táctico y frenético.
El Verdao, amo y señor del fútbol sudamericano, llegaba con la etiqueta de favorito. Su dominio fue evidente en los primeros minutos, donde el balón fue casi exclusivamente suyo. Pero a los 16 minutos, Inter Miami se rebeló contra el libreto.
Una jugada de contragolpe orquestada por el joven Redondo, refinada por un toque sutil de Luis Suárez y definida por Allende, silenciaba a Weverton y despertaba la ilusión del ‘Jefecito’ Mascherano.
Con ese golpe, el partido se rompió. Palmeiras buscó con insistencia, pero encontró a un muro: Falcón, quien si bien arriesgó con la salida en corto, fue una muralla en los duelos individuales. Sin embargo, el precio de jugar al filo del error fue alto.
A la vuelta del descanso, el equipo brasileño siguió presionando hasta rozar el empate. Pero Leo Messi, con esa aura serena que lo caracteriza, transformó el caos en pausa. En una jugada de posesión sostenida, Leo condujo el balón con maestría antes de conectar con Allen, quien sirvió a Suárez. El uruguayo hizo el resto: cuerpo, recorte y zurdazo. 2-0. Éxtasis.
Vintage Luis Suarez 🍾⚽️#MundialDeClubes pic.twitter.com/i8IbEFmf6d
— Nayib MF (@NayibMF) June 24, 2025
Pero esto no era el final. Palmeiras, lejos de hundirse, recurrió a su fuego interno. Los cambios de Abel Ferreira funcionaron como bisturí. Paulinho y Mauricio, recién ingresados, convirtieron los dos goles que empataron el partido y sacudieron el liderato del grupo. Un mal despeje de Falcón puso la guinda al drama.
Resultado final: 2-2. Ambos equipos a octavos. ¿Arreglo? Para nada. Fue un empate por accidente… y un espectáculo por convicción.