El fútbol profesional está al límite.
El miércoles por la mañana, FIFPRO, el sindicato internacional de futbolistas, sumó una poderosa arma a su cruzada contra la FIFA: un estudio realizado por la Universidad de Lovaina, Bélgica, que revela un preocupante panorama. El documento evidencia que el fútbol incumple normas internacionales de seguridad laboral, exponiendo a los jugadores a riesgos alarmantes como 36 lesiones por cada 1,000 horas de partido.
La denuncia, presentada ante la Comisión Europea y respaldada por sindicatos de Inglaterra, Francia e Italia, señala que la FIFA ha impuesto un calendario inhumano, ignorando los derechos fundamentales de los futbolistas como trabajadores. El punto de quiebre: el Mundial de Clubes 2025, un torneo que promete sobrecargar aún más las agendas ya saturadas.
A new report confirms that European and international Occupational Safety and Health standards apply to professional football.
— FIFPRO (@FIFPRO) November 20, 2024
Players, recognised as workers, are entitled to the same protections as others, regardless of income or the specificities of the sport.
📝 @KU_Leuven
El profesor Frank Hendricks, autor del informe, subrayó que los futbolistas, pese a su perfil público, no son diferentes de otros empleados cuando se trata de derechos laborales. Fatiga, lesiones, salud mental y carga física son temas que deberían estar en el centro de las políticas deportivas, pero la FIFA parece mirar hacia otro lado.
“La salud no puede ser un lujo,” afirma Alexander Bielefeld, director de FIFPRO. Las demandas de juego y los viajes constantes han convertido al fútbol en una industria de alto riesgo, donde la pasión del deporte parece pesar más que el bienestar de sus protagonistas.
El informe es más que un dato frío; es un grito de auxilio. ¿Será suficiente para que la FIFA reconsidere sus prioridades? La respuesta está en el aire, pero el tiempo apremia: el fútbol está jugando su propio partido contra el reloj.