El Real Madrid cae en su competición fetiche: adiós a la Champions

El Real Madrid cae en su competición fetiche: adiós a la Champions

El muro londinense que derrumbó la leyenda blanca

Una noche mágica que nunca llegó. Una remontada que jamás comenzó. Y un equipo, el Real Madrid, que volvió a repetir errores que ya no sorprenden. El Santiago Bernabéu, habituado a noches inolvidables en Europa, fue testigo de un equipo sin chispa, sin alma y sin ideas. Porque el miércoles no ganó el que tenía más historia, sino el que tuvo más fútbol.

El Arsenal, con apenas tres semifinales en su historial, resistió lo que PSG, City o Bayern no pudieron en otras ocasiones. Bloque bajo, inteligencia táctica y la precisión de quien ejecuta un plan sin fisuras. Mikel Arteta escribió su propia epopeya en el mismo escenario donde tantas leyendas blancas han nacido.

El 3-0 de la ida no era una losa… era una montaña. Pero en el Madrid creían. Otra remontada. Otra gesta. Pero esta vez, no hubo milagro.

El penalti atajado por Coutois a Bukayo Saka pudo ser la chispa. Pero el Madrid no encendió el motor. Con 36 centros al área y un tridente de delanteros por debajo del 1.80, el ataque blanco se perdió en el absurdo. Un solo disparo a puerta en 53 minutos. Ni Vinícius, ni Mbappé, ni Rodrygo asumieron el peso. Ni siquiera Jude Bellingham logró conectar con el alma del equipo.

El planteamiento fue el mismo que tantos golpes ha sufrido esta temporada. El 4-3-3 con Tchouaméni y Valverde, sin distribución, sin pausa, sin claridad. Modric, con 39 años, y Ceballos, sin ritmo tras lesión, vieron desde el banquillo cómo su equipo se diluía entre centros y frustración.

El Real Madrid cerró su Champions con seis derrotas, récord histórico en una sola edición, aunque el nuevo formato les obligó a disputar más partidos. Lo cierto es que perdió contra casi todos los grandes: Lille, Milan, Liverpool, Atlético y Arsenal (x2). Pero fueron estas últimas dos, las más dolorosas.

Se acabó Europa para el rey de Europa. Y lo peor: se acabó sin luchar como acostumbra. En nueve días le espera el Barcelona en la final de Copa del Rey, tras haberle encajado nueve goles en dos partidos esta temporada.

Una temporada que ya empieza a teñirse de fracaso. Porque cuando más se exige, el Madrid no aparece.