El hombre acababa de pisar la Luna la última vez que el Newcastle alzó un título. Corría 1960 y la Copa de Ferias adornaba las vitrinas de St. James’ Park. Desde entonces, generaciones enteras crecieron escuchando historias de grandeza que nunca pudieron presenciar. Hasta este domingo.
Wembley fue testigo de una epopeya largamente esperada. El Newcastle venció al Liverpool 1-2 en la final de la EFL Cup, rompiendo una sequía de 55 años y asegurando su boleto a la Europa League. La victoria no solo es un título; es un símbolo del resurgir de un club que, hace no mucho, peleaba por no descender.
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— Newcastle United (@NUFC) March 16, 2025
El primer gol tuvo un sabor especial. Dan Burn, un aficionado de toda la vida del Newcastle, que de niño perdió un dedo y trabajó en un supermercado mientras soñaba con el fútbol, se elevó sobre Alexis Mac Allister para conectar un cabezazo imparable. El niño que alentaba en las gradas ahora hacía historia en el césped.
El segundo golpe lo firmó Alexander Isak, aprovechando un balón muerto en el área para firmar el 0-2. El Liverpool, aturdido y sin reacción, solo pudo descontar en el minuto 94 con un gol de Federico Chiesa, concedido por el VAR, pero ya era tarde.
La imagen de Eddie Howe celebrando en la banda y de miles de aficionados llorando en las gradas resume la magnitud del momento. El Newcastle, comprado por el fondo saudí hace cuatro años, ha dado un giro radical: de evitar el descenso, a jugar la Champions y ahora ser campeón.
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Los fantasmas del pasado quedaron atrás. El Newcastle ha vuelto y esta vez, para quedarse.