El Real Madrid tenía la mirada fija en el Metropolitano, pero antes tenía que superar una prueba de fuego en casa. El Rayo Vallecano, sin miedo y con la convicción de un equipo que pelea por Europa, se plantó en el Santiago Bernabéu con una presión asfixiante y una idea clara: no ser una víctima más en la carrera por LaLiga.
El plan, en teoría, era valiente, pero en la práctica era jugar con fuego. Porque ante un equipo que tiene a Vinicius, Mbappé, Rodrygo y Bellingham, apostar por un partido de ida y vuelta es casi un suicidio. Y así lo sufrió el conjunto de Íñigo Pérez, que vivió un primer tiempo en el que Vinicius decidió brillar con luz propia. El brasileño, MVP del partido, convirtió la banda izquierda en su reino y destrozó a Ratiu con una jugada que quedará en la memoria. Primero dejó al defensor clavado con un solo movimiento, luego se internó en el área y asistió para que la conexión con Mbappé se encendiera de nuevo. Gol del francés y ventaja para los de Ancelotti. Minutos después, la dupla volvió a funcionar y Vini firmó el segundo con una definición que dejó sin opciones a Stole Dimitrievski.
El Bernabéu parecía presenciar una tarde plácida, pero el fútbol nunca es tan predecible. El Madrid comenzó a perdonar y el Rayo encontró oxígeno. Justo antes del descanso, cuando el Madrid se veía con medio partido resuelto, Pedro Díaz sacó un latigazo desde fuera del área que se estrelló en la red antes de salir disparado. Hubo suspense. El VAR intervino y el gol subió al marcador. La batalla no estaba terminada.
Golazo de Pedro Díaz 🔥
— Nayib MF (@NayibMF) March 9, 2025
Rayo marca el tanto que acorta las distancias. Real Madrid 2-1 Rayo Vallecano #RealMadridRayo pic.twitter.com/kasXxOKp2T
En la segunda mitad, los de Ancelotti bajaron el ritmo, conscientes de que en unos días tendrán que medirse al Atlético de Madrid en un choque decisivo. El Madrid se replegó, el Rayo avanzó. Más disparos lejanos, más sensación de peligro. Pero Lunin, seguro bajo palos, mantuvo el resultado. Ancelotti movió el banquillo, retiró a sus estrellas y apostó por centrocampistas.
Los minutos finales fueron una mezcla de tensión e incertidumbre. El Rayo, sin sus mejores hombres por las bajas, empujaba sin encontrar el hueco definitivo. El Madrid, con el freno de mano puesto, esperaba el pitido final. Y cuando este llegó, lo hizo con la sensación de un equipo que ganó, pero no convenció. La prueba del Bernabéu había terminado, pero la gran batalla en el Metropolitano está por comenzar.