La noche que París quiso sentenciar… pero dejó la puerta entreabierta
El Parque de los Príncipes se vistió de gala. Las luces, el murmullo de la multitud, el eco de la Champions… Todo estaba preparado para una función majestuosa. Y el PSG no defraudó. Luis Enrique y sus hombres ofrecieron una clase de dominio absoluto, de presión alta, de posesión embriagadora. Un vendaval en azul marino que desdibujó al Aston Villa… pero que no pudo borrar su nombre del marcador.
París vivió una de esas noches que se recuerdan. Ousmane Dembelé, encendido, puso el primer aviso. Kvaratskhelia y Doué, afilados como dagas, desbordaban con ritmo de samba por ambos costados. La defensa inglesa hacía agua. Y entonces, como si el guion hubiese sido escrito por un amante del drama, llegó el silencio: Morgan Rogers, en la única llegada del Aston Villa, hizo el 0-1. Un mazazo inesperado.
Pero los grandes no titubean. Doué respondió con un golazo marca registrada: conducción desde la izquierda, derechazo seco y la red temblando. Empate. Y vuelta a la sinfonía.
El segundo acto comenzó igual: dominio total de los parisinos. Kvaratskhelia, el ‘7’ que juega como artista, firmó una joya para el 2-1. El Dibu Martínez voló, pero no bastó. El PSG asedió, presionó, mereció más. Achraf lo tuvo, pero el VAR le negó la gloria.
Aston Villa, tímido pero valiente, supo que con un gol podría igualarlo todo. Sin embargo, el tercer golpe fue local. Nuno Mendes, tras una carrera limpia, dejó al portero en el suelo y firmó el 3-1.
París ganó. Convenció. Pero no mató. Birmingham decidirá. Y aunque el PSG baila al ritmo de Luis Enrique, la Champions no perdona descuidos.