Curazao rompe el molde: la isla más pequeña en un Mundial
Curazao lo consiguió. Contra la lógica, contra la historia y contra la presión de un país entero, la selección de Dick Advocaat firmó en Kingston un 0-0 que ya es patrimonio nacional. A sus 150.000 habitantes —equivalentes a la población de Salamanca o de Pisa— y sus menos de 450 kilómetros cuadrados, les pertenece ahora la que quizá sea la mayor hazaña futbolística del siglo.
Una clasificación pendiente de un hilo
El escenario no era benigno: Jamaica, en casa, necesitaba ganar para arrebatarles el billete. Y durante fases enteras del partido, la clasificación de Curazao pareció pender de un hilo. Más aún cuando, en el minuto 94, el árbitro señaló penalti para los Reggae Boyz. Pero el VAR cambió el destino: Antonisse tocó balón, no rival. Penalti anulado y alma de un país recuperada.
Eloy Room, la parada que sostuvo un país
Hasta ese momento, la resistencia ya había sido un triunfo. A los 17 minutos, Eloy Room detuvo un remate a bocajarro de Nicholson que parecía gol cantado. Esa parada definió la noche: Curazao sufriría, pero no caería.
Los postes que sostuvieron la leyenda
Con el paso de los minutos, Jamaica empujó más por urgencia que por claridad. Leigh, primero, y Cadamateri, después, estrellaron dos remates de cabeza contra el poste. Lo que no entró entonces jamás entraría.
La expulsión de Russell y un tiempo añadido eterno pusieron más tensión al desenlace. Pero la resistencia fue total. Y cuando el pitido final llegó, la historia cambió para siempre.
Curazao, la isla que desafió al planeta
Nunca una nación tan pequeña había alcanzado un Mundial. Desde 1930, ninguna selección con menor territorio o menor población había conseguido cruzar esa puerta. Curazao no solo clasificó: reescribió el mapa del fútbol.