En el Etihad Stadium, la noche arrancó con un guion que parecía escrito para el cine. El Manchester City se presentó ante su afición en la Champions League con la vuelta de Kevin De Bruyne, su estandarte, y la expectativa de seguir consolidando su hegemonía en Europa.
El inicio fue eléctrico. Apenas corrían los primeros compases cuando Reijnders probó desde lejos, y Erling Haaland, siempre amenazante, cabeceaba cerca del gol. Pero el destino del encuentro se torció en el minuto 21: Giovanni Di Lorenzo, capitán del Nápoles, derribó a Haaland siendo el último defensor. El árbitro Felix Zwayer dejó seguir, hasta que el VAR corrigió el rumbo: roja directa. Desde ese instante, Antonio Conte quedó condenado a jugar más de una hora en inferioridad.
El partido se volvió una resistencia épica del Nápoles. El portero Vanja Milinkovic-Savic sostuvo a los suyos con intervenciones espectaculares ante Rodri, Reijnders y Gvardiol. Incluso Politano, sobre la línea, evitó lo que parecía un gol cantado. Al descanso, el empate sin goles era un triunfo moral para los italianos.
The moment @erlinghaaland scored his 50th #UCL goal, in just 49 games 💪 pic.twitter.com/FGU3fcmwJk
— Manchester City (@ManCity) September 19, 2025
Pero la resistencia tenía un límite. En el minuto 56, Phil Foden sacó un pase de cuchara perfecto y Haaland, con un cabezazo implacable, firmó su gol número 50 con el City. El Etihad rugió. Diez minutos después, Jérémy Doku puso la sentencia con una jugada individual que quebró la última muralla napolitana.
A brilliant individual goal 🤩🪄 @JeremyDoku pic.twitter.com/ljmAZU8zMi
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En el regreso de De Bruyne, que fue ovacionado como héroe al salir sustituido tras la expulsión rival, el City firmó un 2-0 que significa más que tres puntos: un mensaje de poder en su debut europeo.
Guardiola, pragmático, cerró la noche con rotaciones pensando ya en la Premier.
Un estreno de Champions que tuvo de todo: drama, expulsión, resistencia heroica y la sensación de que este City sigue siendo un gigante al que nadie quiere enfrentar.