En el fútbol sudamericano hay historias que giran sobre sí mismas, como si los clubes no pudieran escapar de su propio destino. Atlético Mineiro es hoy un símbolo de esa narrativa: un año después de perder la final de la Copa Libertadores, vuelve a plantarse en una definición continental, esta vez en la Sudamericana, para buscar la redención.
El conjunto dirigido por Jorge Sampaoli ha vivido una temporada irregular, marcada por la eliminación temprana en la Copa do Brasil y un rendimiento intermitente en el Barasileirão. Pero la Sudamericana se convirtió en su refugio: un espacio donde recuperar la identidad competitiva que alguna vez lo llevó a la cima del continente.
Ante Independiente del Valle, Mineiro mostró la versión más intensa y estructurada del ciclo Sampaoli. El tridente ofensivo y la presión alta fueron la base de un plan que ahogó al rival. Arana y Bernard dieron el primer golpe, y Hulk, en su papel de líder veterano, selló la victoria con un tanto que fue tanto símbolo como mensaje: la jerarquía todavía pesa.
A festa com faixas, balões, bandeiras e mosaico da torcida do Atlético Mineiro nesta noite, contra o Independiente del Valle, pela semifinal da Sul-Americana! Mais um trabalho do @coletivo1908.
— O Canto das Torcidas (@OCantoOficial) October 29, 2025
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El «Galo» llega a la final con hambre de título, pero también con la sensación de estar cerrando un ciclo. Sampaoli ha construido un equipo reconocible, aunque irregular, y la Sudamericana representa una oportunidad e validar su proceso con un trofeo que le dé continuidad al proyecto.
Más allá del resultado en Asunción, lo de Mineiro habla de resiliencia. En el fútbol brasileño donde la exigencia es máxima y los proyectos rara vez sobreviven a la frustración, el «Galo» sigue de pie, decidido a transformar la herida de la Libertadores en un impulso hacia la historia.