En Vitoria se vivió un partido donde el resultado no reflejó del todo lo que estaba en juego.
Alavés y Atlético de Madrid firmaron un 0-0 que, para uno, supo a supervivencia; para el otro, a trámite cumplido. Pero en ese cruce de caminos, la tensión, los sustos y las manos salvadores de dos porteros con reflejos de acero, dejaron una historia más rica que lo que dicta el marcador.
Los locales sabían que nopodían falla. Con el descenso respirándoles en la nuca, salir vivos de Mendizorroza era una obligación. Enfrente, un Atlético que parece haberse desconectado de LaLiga tras quedar lejos del liderato, y con su plaza Champions casi asegurada, llegaba con la energía de quien juega sin urgencias… y eso se notó.
La primera mitad fue un duelo con más miedo que ambición. Apenas una chispa encendió la mecha: la casi expulsión de Julián Álvarez por una entregada peligrosa que el VAR corrigió para alivio de Simeone.
Pero fue en el segundo tiempo donde apareció el otro fútbol: el de los espacios, los errores forzados y las manos milagrosas. Sivera y Oblak se convirtieron en guardianes del cero. El arquero esloveno salvó al Atleti en un remate de Kike García, mientras que el español se agigantó ante Lenglet en un córner que pudo cambiar todo.
Sorloth agitó el área rojiblanca como pocas veces Griezmann lo logró en el partido. La ‘Araña’ Álvarez tuvo sus momentos, pero no concretó. Y mientras el Atleti rondaba sin decidirse, el Alavés aceptó su rol: resistir, sumar y seguir soñando con la permanencia.
Con este punto, los de Coudet llegan a 35 y se alejan -aunque sea momentáneamente- de los fantasmas del descenso. El Atleti, con sabor a poco, mantiene su ventaja en zona de Champions, pero cada vez más lejos del protagonismo liguero.
No fue un partido bonito. Pero sí uno con alma.