Adiós al técnico que marcó una era

Adiós al técnico que marcó una era

El arquitecto silencioso de una dinastía blanca

En el fútbol que solía escribirse con tinta eterna, Leo Beenhakker fue el trazo maestro que dibujó una de las etapas más brillantes en la historia del Real Madrid. Este jueves, el club blanco anunció su fallecimiento a los 82 años, dejando un vacío en la memoria colectiva de un equipo que, bajo su batuta, vivió los mejores años de la llamada «Quinta del Buitre».

Beenhakker no era solo un técnico. Era una estratega, un visionario, un director de orquesta que encontró en jugadores como Butragueño, Míchel, Sanchís, Martín Vázquez y Pardeza, la melodía perfecta para un Madrid arrollador. Llegó en 1986, tras la salida de Luis Molowny, y en tres años consecutivos levantó tres títulos de Liga, una Copa del Rey y dos Supercopas de España. Su fútbol era elegante, su método firme, su carácter sereno pero determinado.

Dirigió al club en dos etapas (1986-1989 y 1992) durante el mandato de Ramón Mendoza. Y aunque su última etapa fue breve y polémica- entró cuando el Madrid lideraba la liga, pero terminó perdiéndola en Tenerife-, su huella ya era imborrable.

El 5-0 ante el Milan en 1989 en Copa de Europa fue una herida que aún escuece en el madridismo. Aquella noche en San Siro marcó el principio del fin de Beenhakker como técnico blanco. Pero incluso en la derrota, el legado seguía intacto: un equipo que durante cinco años dominó el fútbol español con autoridad.

Fuera de Chamartín, su carrera fue igual de impresionante. Ganó la Eredivisie con Ajax (1979-80) y con Feyenoord (1998-99), siendo el único técnico capaz de lograrlo con ambos gigantes neerlandeses. También dirigió selecciones como la de Países Bajos, Arabia Saudí, Polonia y Trinidad y Tobago, además de clubes en México, Turquía, Suiza y España, como el Zaragoza.

“El Real Madrid quiere expresar sus condolencias y su cariño a sus familiares, a sus clubes y a todos sus seres queridos”, expresó el club en un comunicado.

Hoy el fútbol llora la pérdida de uno de sus pensadores más respetados. Leo Beenhakker se fue, pero su obra seguirá siendo parte del alma de aquellos que creen que el fútbol también puede ser arte.