Atlético gana, pero queda fuera del Mundial de Clubes
Una victoria amarga. Un destino que no se alcanzó. Y una pregunta que retumba con fuerza en el Metropolitano: ¿ha tocado techo el Atlético de Madrid?
El Rose Bowl fue testigo de una victoria sin premio. El Atlético de Madrid venció 1-0 a Botafogo en el Mundial de Clubes, pero el resultado fue insuficiente para avanzar a los octavos. El equipo del Cholo Simeone necesitaba más. Mucho más. Tres goles. Y los buscó tarde, como si el reloj no contara o la urgencia no apretara.
La primera parte fue un bostezo inexplicable. Lentitud, posesión estéril y apenas llegadas. Y, sin embargo, las polémicas marcaron el ritmo del relato: Julián Álvarez pidió tres penaltis, dos de ellos con mucho énfasis. El árbitro, indiferente, mantuvo su línea. El VAR tampoco cambió el guion.
Botafogo se defendió con el alma. Y cuando atacó, obligó a Oblak a lucirse: primero al minuto 10 y luego con una mano milagrosa a Igor Jesus en el complemento. Mientras tanto, el Atlético parecía condenado a rematar su historia con frustración.
Solo en el segundo tiempo apareció una chispa. Griezmann ingresó, el ritmo se aceleró y el equipo pareció entender que su permanencia pendía de un hilo. Sorloth, Giuliano, el propio Griezmann. Todos lo intentaron. Pero fue demasiado tarde.
¡Gol del Atleti! ⚽️🔥 Griezmann marca el primer gol del encuentro. Min. 86. Necesitan dos más para asegurar su pase. ¿Lo lograrán?
— Nayib MF (@NayibMF) June 23, 2025
Botafogo ha sido inteligente hasta ahora. Veremos si resiste. #MundialDeClubes2025 • #MundialDeClubes pic.twitter.com/Vwv2rAMRYt
El gol llegó en el 87’. El francés rompió una sequía de 18 partidos y firmó el 1-0 tras una asistencia de Julián Álvarez. El gesto fue de liberación, pero el rostro lo decía todo: no alcanzaba. El Atlético se despidió con los mismos puntos que PSG y Botafogo, pero con peor diferencia de goles.
Y así, quedó fuera. Sin escándalo, pero con ruido. Sin drama, pero con interrogantes.
¿Es este el límite del Atlético? Tal vez. Tal vez no. Algunos señalarán al árbitro. Otros, a una plantilla con desequilibrios. Y habrá quienes pongan el foco en Simeone, su estilo, su techo. La realidad es que el Atleti no llegó. Y el fútbol, cuando no se llega, no perdona.